Durante muchos años, los carniceros utilizaban los troncos de los árboles como soporte para cortar la y manipular la carne.

Benito Agirre, siendo consciente de que este tipo de troncos tenían mucho margen de mejora tanto a nivel funcional como estético, hizo un viaje a Francia para investigar estas posibles mejoras que se podían aplicar. De vuelta del viaje, empezó a trabajar con un carpintero de su entorno, y creó lo que a día de hoy se conoce como troncadera, siendo un pionero en Euskal Herria.

 

Lo que Benito Agirre creó fue un producto cómodo, más funcional y atractivo. Además, se adaptaba a las necesidades concretas de cada usuario, ya que se fabricaban a medida.

Unos años más tarde, investigó y desarrolló el uso de polietileno, adapándose a las nuevas necesidades de sus nuevos clientes.